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Haga el esfuercito de ser feliz en el 2014

No es mi costumbre hacer grandes celebraciones por estas fechas.
En parte porque crecí en una familia pequeña, que tuvo algunas navidades amargas y por tanto aprendió a celebrar discreta y silenciosamente, sin muchos alborotos, sin trago.  Y en parte porque no soy una mujer religiosa y por lo tanto no le encuentro mucho sentido profundo a la navidad y sus costumbres.  Sin embargo me alegro con la reunión familiar y la comparto.  Encuentro en esta época una buena disculpa para expresar afectos, descansar un poco, comer cosas ricas.
Ahora que tenemos a Lucas en la familia todo tiene más gracia.  Él se maravilla con todo, hace de todo una fiesta.  Celebra el árbol de navidad, rasga el papel de los regalos, grita con los colores, las formas y los sonidos de sus nuevos juguetes.  Es un deleite verlo gozar cada cosita, cada momento.
Para mí tiene más significado el fin de año.  Es el cierre de un ciclo.  Es un momento para pensar, hacer balance y buenos propósitos. Este año por ejemplo, estoy llena de agradecimiento con la vida. Como dice la canción, “yo no olvido el año viejo porque me ha dejado cosas muy buenas”.
Tengo un bebé precioso, rebosante de salud, simpático y feliz.  Se despierta cada día muerto de risa y se desborda en brincos y morisquetas cuando lo saludo en la mañana y lo tomo en mis brazos.  Tengo un esposo paciente y gentil conmigo y con nuestro pequeñín.  El mejor papá del mundo, desbordante de amor por los dos, nos cuida y mima todo el tiempo. 
Lucas ha llegado lleno de bendiciones.  Me ha traído las expresiones de afecto y solidaridad de toda la familia y los amigos, incluso los menos frecuentes Con su llegada vino también un cambio de trabajo que me ha dado calidad de vida y me permite hacer nuevos proyectos.
El 2013 fue un año lleno de cosas buenas, principalmente salud y amor por montones. Así que hoy me siento feliz y agradecida con la vida y deseo que el 2014 esté también lleno de aprendizajes y regalos maravillosos, no solo para mí, sino para todos.  Lo que si les advierto, es que sospecho que eso de tener un año lleno de bienaventuranzas es cuestión de saber valorar y agradecer, de ver las cosas por el lado chévere, mejor dicho, es cuestión de percepción.
Yo podría decir que estoy muerta de cansancio, que no duermo bien desde que nació Lucas, que fue durísimo tener una licencia de maternidad tan cortica, que entrar al nuevo trabajo en plena recta final antes de auditoría, con todo por hacer ha sido muy duro, que esta manejadera de carro de calazans a envigado para dejar a Lucas y luego al trabajo me está matando, que esto de ser mamá primeriza es muy agobiante.. que…   y todo es verdad, pero nada de eso es más importante que las alegrías que me trae mi pequeñín, el amor de mi novio y el apoyo de mi familia y amigos.
Así que, de nuevo, les deseo un feliz 2014, pero pilas, que el año nuevo no es responsable de traer nada.  Nosotros somos responsables de verle el lado chévere y aprender de lo que traiga el año, fijo fijo, que cuando uno es positivo y sabe ver la belleza, atrae cosas buenas.  Y no se los digo porque sea esotérica, crea en el destino, en la ley de la atracción ni nada parecido.  Se los digo porque lo he vivido.  Uno agradece y vive bien, y la vida le trae cosas mejores.  ¿Ley del Karma? Llámelo como quiera, pero eso sí, trate de aplicarlo en el 2014 y verá que le va de pelos.  Y así puede desear cosas buenas pero poniendo de su parte, no dejándole la responsabilidad a un pobre año que a duras penas alcanza para todos.